Comunicar causando impacto. Esa es la meta que muchos últimamente persiguen pero que no todos consiguen, ¿porque? Por que cometen el mismo fallo, no entender que para lograrlo no basta con saber hablar, sino que hay que ir un paso más allá: hay que saber comunicar.
Hablar es una cosa, comunicar otra muy distinta. Comunicar con eficacia pasa por dominar el arte de la palabra, la comunicación verbal para transmitir emociones, sentimientos y vivencias. Todo el mundo puede conseguirlo, ya que no es algo innato pero como casi todo en ésta vida, requiere de esfuerzo, entrenamiento y técnica.
Un discurso bien construido, bien argumentado y bien pronunciado, es algo solo al alcance de quienes dominan el arte de la famosa oratoria. Es impresdincible para que los demás te crean y confíen en ti, creer y confiar en ti mismo, o por lo menos parecerlo. No podemos aparentar nerviosismo ni miedo, porque entonces transmitiremos inseguridad, y nuestras palabras perderán todo el valor.
Hoy en día todos deberíamos saber cómo comunicar correctamente para impactar y que nuestros mensajes lleguen a la gente. En el mundo actual, donde ya a todos se nos exige una formación superior para el desempeño de nuestras funciones, se valora cada día más no solo que tengas ciertas habilidades sino también que sepas transmitirlas.
En la vida profesional resulta fundamental, pero también en cualquier otra actividad de interrelación, la forma en que hablamos, en que nos comunicamos, es el patrón por el cual se nos juzgará, se nos aceptará o rechazará. La oratoria se ha convertido en el elemento fundamental de marketing personal.
Pero, ¿que es ser un buen orador?
Esta es la cuestión. Probablemente muchos piensen que se trata simplemente de hablar con orden, con claridad y con entusiasmo, pero es mucho más que eso. Se trata de un tema también emocional, hay que hablar con contenido, si, pero también con persuasión; en resumidas cuentas, con eficacia, porque ser un buen orador ya no es un lujo sino que se ha convertido en una necesidad para alcanzar el éxito. Y hablar es fácil, todo el mundo lo hace, pero comunicar no lo es tanto, aquí radica el gran error. Comunicar consiste en transmitir ideas y sentimientos.
En España han surgido recientemente formaciones políticas que demuestran las diferentes formas de utilizar la oratoria y es más, su uso de la misma ha puesto de manifiesto lo que hasta el momento, no se había hecho bien. Hay políticos a los que no se les entiende simplemente porque su articulación resulta incorrecta, a otros, porque utilizan un lenguaje que nada tiene que ver con el que la ciudadanía entiende, y eso se ve reflejado en pérdida de votos, pero la cosa ha cambiado, y ahora si podemos apreciar en nuestra política diferentes formas de hacer pura oratoria.
Por un lado, tenemos a los que presentan una voz muy cuidada y una capacidad comunicativa determinante, ya no es solo aspecto físico (en el que también se repara más que en etapas anteriores) sino que ahora se trabaja en la estructura a la hora de lanzar ideas y en la forma de contarlas en función de a qué público y en qué momento se están dirigiendo, evitando todo tipo de agresividad, y con un lenguaje facial y corporal muy cuidado, es evidente que el dominio de la oratoria aquí ha sido determinante para el éxito.
Por otro lado, algunos avanzan con otro tipo de discurso político, otra forma de hacer oratoria al fin y al cabo, aunque muy diferente pero también válida, ya que la forma de plasmar los discursos no es tan cuidada, porque se pretende dar una impresión de un discurso más aleatorio y cercano, para transmitir confianza y espontaneidad, dejando claro que lo importante del partido son sus ideas y no las formas en que se plantean, y eso, también influye mucho en un discurso donde la finalidad es captar a determinado público.
De una u otra forma, han surgido nuevos partidos que están rompiendo por completo el concepto de político que en España se tenía, ese que sale a través del televisor hablando todo el rato en el mismo tono de voz, o con esa música tan particular que procede siempre de discurso estudiado pero nada interiorizado. El mundo moderno exige gente que se comunique con mayor precisión y claridad, y solo aquellos que son capaces de hacerlo tienen el éxito a su favor.
En mi opinión, es una pena que se haga política con personas respecto de las que la ciudadanía percibe que ?habla demasiado y dice muy poco?. Unas veces por la dificultad del lenguaje, y otras veces, porque para decir algo se emplea una extensión innecesaria del tiempo en el uso de la palabra.
Pero, eso si, hay que aclarar siempre que una cosa es hablar bonito o tener buena labia y otra muy diferente es saber comunicarse con claridad y asertividad para ser entendido, ser un buen orador no es ser muy buen hablador, es ser un buen comunicador, y pese a que muchos hacen estos términos sinónimos, hay que dejar claro que para nada lo son.
La oratoria es el arte de hablar elocuentemente, de persuadir y mover el ánimo mediante la palabra, ser buen orador no es poder hablar mucho tiempo sin sentir vergüenza, la oratoria va mucho más allá, es la habilidad de conmover y convencer a quien te escucha.
Pero, ¿Porqué está triunfando tanto la oratoria en política?
La respuesta es evidente, cualquier profesión necesita una buena oratoria para la correcta transmisión de sus conocimientos, pero en el caso de la política, ya no se trata solo de saber contar algo muy bien.
Un político necesita convencer, la necesidad de ser un buen orador se acentúa cuando lo que buscas por encima de cualquier otra cosa, es convencer a un país entero de que tu propuesta es la mejor de todo el abanico político nacional, es una lástima que pese a la importancia que algunos ya dan a la oratoria evidenciándolo en los líderes de sus partidos, nadie lleve una propuesta electoral con clases obligatorias de oratoria y dialéctica en las aulas españolas.
Siendo político, de tus habilidades comunicativas depende tu éxito. No nos engañemos, puedes tener muy buen programa y unas propuestas ejemplares para tu país, pero en el terreno de la política no se compite solo con contenidos y a la vista está.
Un político necesita que el ciudadano sienta que le importa su problema, que se preocupa por cada uno de los habitantes del país y que todos los problemas le preocupan con la misma prioridad, y aunque eso sea cierto, es fundamental que sepas hacerlo llegar a quien te está escuchando en cada situación, porque de tus palabras, de que seas capaz de hacer ?buena política? haciendo al ciudadano sentirse identificado, dependerán tus votos.
¿Por donde empezar?
Lo primero que hay que tener claro, es que querer transmitir algo con todas nuestras fuerzas , no significa que vayamos a conseguirlo si no sabemos como llegar a quien estamos enviando el mensaje. La importancia de la oratoria radica ahí, y esto no atañe solo al mundo de las letras, las ciencias sociales o las humanidades, podemos ser muy buenos físicos o matemáticos, pero nuestro proyecto no será igual de aplaudido si no sabemos enseñarlo al mundo con la suficiente claridad y el lenguaje adecuado.
La oratoria tiene una parte fundamental no siempre valorada, la parte emocional, esa a la que cualquier discurso debe llegar. Si te hace sentir lo que el orador te esta transmitiendo, si te hace llorar, si te mueve de la silla, estás ante un buen orador. Dramatizar algo, en su justa medida, es darle sentido, darle potencia, en definitiva, darle acción. Y eso puede hacerse de distintas formas; Se puede dramatizar mediante el uso de un diálogo, imaginario o real, también haciendo una cita de alguien famoso o experto en el tema que vamos a tratar, o dando un ejemplo personal, (esta comprobado que empatizar es fundamental para persuadir a quien nos escucha) mostrando un objeto, formulando una pregunta impresionante, o realizando una afirmación sorprendente…
El éxito en el modo de hablar incluye también el tono, la pronunciación, el volumen y la corrección de las palabras que se usan. También influyen el aplomo con el que hablamos, una parte fundamental de un buen orador, es la seguridad en uno mismo, si te ven seguro, te ven convincente. Sin olvidar el control sobre nuestras manos y el imprescindible contacto ocular que mantenemos con quien nos está escuchando.
Evidentemente, el éxito se ha alcanzado siempre cuando nos convertimos en ese al que nadie puede parar de prestar atención, cuando en una época digitalizada como la nuestra, conseguimos que todos los teléfonos estén en el bolsillo y el único foco de atención sea nuestro discurso, cuando se consigue que el auditorio no pestañee e incluso se sienta identificado con cada una de nuestras palabras.
Ya lo dijo Aristóteles “La retórica es el arte de persuadir a cualquiera por medio del discurso”, Y una cosa debemos tener clara, no es algo simplemente innato, a ser un buen orador se puede aprender, siendo conscientes de que nadie ha encontrado nunca un sustituto válido para la inteligencia, ni para la preparación.
No nos damos cuenta pero, cada vez que hablamos ante una o más personas, en nuestro día a día, estamos haciendo uso de la oratoria , cada vez que estamos contando una anécdota estamos haciendo uso de la famosa oratoria.
La oratoria trabajada y bien aplicada, consigue darnos los recursos que uno que necesita para conseguir capacidad de expresión, un lenguaje más fluido, perder los miedos y ganar en agilidad mental, porque ayuda a llenarse de reflejos a la hora de argumentar y responder.
En definitiva, se puede decir que la oratoria nos aporta fortaleza y seguridad, para cualquier ámbito de nuestra vida y por eso es tan importante.
Fuente: El Economista / https://ecoaula.eleconomista.es/campus/noticias/7160464/11/15/EL-PODER-DE-LA-ORATORIA.html